lunes, 14 de septiembre de 2009

Sueño que existes, un poquito nada más

Hacer reír y hacer felices a los que me me rodean. No tengo más sueños que cumplir, sólo quisiera que éstos fuesen reales. En silencio, por las noches te busco en ellos. Te busco porque despierta no te encuentro, y en los sueños te tengo que inventar. Para tocarte, para ver tus gestos, tu sonrisa. Quiero que existas. Nada más.


Dar a play:



"Son sueños
que son de verdad.
Me gustaría que fuera real.
Son sueños,
quiero llegar hasta el final
y nada sirve si no estás.

En silencio, te busco
y sueño con poderte amar,
y te sigo buscando tanto
tú en mi nunca te has fijado,
por eso te tengo que inventar.
Te sigo esperando tanto,
tú en mi nunca te has fijado
por eso te tengo que encontrar.

Son gestos
que quiero mirar
me gustaría poderte tocar.
Son sueños,
quiero que existas nada más
sigo buscando ¿donde estás?"



Llamé al teléfono de papá, y me contestó su voz. Hola bonita. Hola papá.
Fui a buscar a papá. Y al verme, con su naturalidad y sonrisa se volvió a mi como diciendo Ahí estás.

Se esfumó.

Papá estaba aquí otra vez. Lo sabía, pero no le podía ver. ¿Era tu espíritu, papi? ¿Y eso qué es? Y qué más da. Dicen que todos los espíritus vuelven para despedirse.

- ¿De verdad es papá?
- ¿No lo sientes?
- Si…

Pero papá ya se tenía que ir. Se metió en una especie de ascensor y se cerró la puerta, impidiéndome ver lo invisible.

De pronto se volvió a abrir la puerta. No se veía nada dentro, pero papá estaba allí y empezó a jugar como cuando nos despedíamos en los aeropuertos: Desaparecía y luego volvía a saludar, desaparecía y aparecía otra vez para mirarnos una última vez.

Estaba haciendo lo mismo… entrecerraba la puerta y antes de cerrar, fíum, se volvía a abrir. Me hizo reír. Sabía que era papi. Reía y reía mientras papá iba cerrando la puerta cada vez más, hasta que ya no se abrió.