martes, 14 de abril de 2015

Lleguemos a un acuerdo, Papá

Oi Pai,

Hace siete años que no te veo y 2555 días que no te hablo; un par de días más desde que tú ya no me contestabas. ¿Escuchaste lo último que te dijimos mamá y yo?

A veces pienso que es imposible, ¿cómo se puede vivir sin ti siete años y encima saber que esa cifra aumenta día a día? Cada mañana hace más tiempo que no estoy contigo, que no me miran tus ojos, que no me pincha tu bigote, que en mi móvil no existe el contacto Papá, hace siete años que no me llamas.

¿Y sólo me quedan recuerdos?
No, también acuerdos.

Cuando recuerdo los paseos en coche que dábamos sin prisa, locamente metiéndonos en el tapón de los viernes hacia El Condado en San Juan, o recorriendo la Avenida Paulista los sábados por la mañana antes de coger rumbo a donde fuéramos, o rematando una tarde de domingo en Lima yendo al centro y dar una vuelta alrededor de la Plaza de Armas, simplemente porque se veía tan bonita iluminada cuando empezaba a anochecer...

Me acuerdo, y hago un acuerdo para coger el camino largo hasta casa, descartar la M-30 y disfrutar la pausa de cada semáforo por el Paseo del Prado, Recoletos y Castellana.

Cuando recuerdo nuestros planes imaginarios para llevarnos a toda la familia de vacaciones a donde fuera, podía ser a Mato Grosso, daba igual, pero todos juntos, y comentábamos lo que diría y haría cada uno, disfrutando sólo con la idea de estar juntos y unas risas que pa'qué...

Me acuerdo, y hago un acuerdo para juntarnos siempre que sea posible, donde sea y por el tiempo que pueda ser.

Cuando recuerdo tu calma, tu temple y que nunca, ni una vez ni un día ni en mis mayores errores ni en tus peores días me hablaste enfadado...

Me acuerdo, y hago un acuerdo para intentar no enfadarme yo.  Claro que a mi no me sale perfecto, pero lo intento.


Y así voy, haciendo mil acuerdos día tras día, recordándote y acordándome de nosotros juntos. Por eso no eres una persona que fue importante en mi vida, eres una persona que influye en mi, en mis decisiones, en mis observaciones y reflexiones, en mis actos y en mi ánimo todos los días.


Así que te propongo que lleguemos a un acuerdo, Papá: Yo seguiré echándote de menos; tú sigue en mis recuerdos y recordándome todo lo que importa.