miércoles, 18 de marzo de 2015

Mi regalo del día del padre

En la encimera del ventanal de tu oficina tenías colocados montones de fotos con personalidades de éxito, souvenirs de compañeros de trabajo, placas conmemorativas de tus logros (y los de tu equipo, como siempre recalcabas), recuerdos de miles de lugares fantásticos del mundo... 

Y en tó el medio, destacando, lo que más saltaba a la vista era un pedazo de cosa fea, medio desvencijada y de colores ya despintándose por el paso del tiempo y las mudanzas.

Un porta-lápices hecho con palitos de madera que te había regalado yo por algún día del padre.

De aquellos tiempos cuando yo aún era un pegote, ni siquiera habíamos empezado nuestra aventura americana... Y sin embargo, lo llevaste siempre y lo tenías en el mejor lugar para que todo el mundo supiera lo orgulloso que estabas de tu hija y de cualquier tontería que hiciera.

Ojalá pudieras ver la de tonterías que estoy haciendo ahora, papi.
Disfrutarías tanto.



Ahora tengo yo en mi oficina, en lugar destacado y muy a mano, este armatoste para apuntarme las cositas importantes. Mamá lo rescató el otro día de entre tus cosas, ahora lo tengo aquí a mi lado.

Gracias, papi, por tu regalo.