sábado, 1 de noviembre de 2014

No me esperes en el cementerio, papá

No voy a ir. 

Allí están enterrados todos los malos recuerdos; tú estás profundo en mi corazón.

No me esperes en el cementerio. Allí sólo hay tristeza y la confusión de aquellos días. Recuerdos...

La tía Mari Carmen diciendo "Tengo mucho miedo" y el pavor que me provocaron a mi esas palabras. Blanca dándole vueltas a los papeles de la oposión en la habitación del hospital. La banqueta donde me sentaba al lado de tu cama para cogerte la mano mientras descansabas, sin saber si sabías que estaba allí. La tía Isabel ofreciendose, si yo quería, a dejarnos a solas. La tía Amparo preguntándome que si estaba preparada para lo que pudiera pasar. La tía Paloma y mamá agarradas a mis brazos, contándome que habían hablado con el médico. Y lo que les había dicho. Mamá y yo entrando a la habitación para despedirnos de ti.

Para despedirnos de ti.

Para despedirnos de ti. Y la abuela, por primera vez en la vida, sin saber qué hacer. El tío Javier buscando una respuesta "¿Y qué quieres que haga, Madre?" El tío José Miguel gritando, "Mi hermanico, por Dios." 

Vestido de negro, el cuervo aquél...

Pero profundo, donde estás tú... Ahí sí que se está bien. Son recuerdos que me abrazan.

María desgastando el suelo del hospital, caminando para arriba y para abajo, sin rumbo, sin conversación, simplemente a mi lado. La visita de Jorge de madrugada y aquella mentira que me contó. Los ratos que se pasaba Ana conmigo en las escaleras de emergencia y los que se salía Dolores a apoyarse conmigo en la mesita que había al salir de tu habitación. Ellas sabían que no iba a decir nada, pero aún así me acompañaban y escuchaban mi silencio. 

Papá, no me esperes en el cementerio. Noy voy a ir.
Tú ya estás aquí.