jueves, 31 de diciembre de 2015

Conociendo al tío Vicente

Con mi tío José Miguel me voy a tomar el café tempranito, no porque me guste madrugar, sino porque me gusta tomarme el café con él. Siempre está pendiente de que todos estemos bien y da muy buenos consejos. La tía Mariado nos ha enseñado a todos a no tener pereza, y que lo demos todo en lo que sea que nos pongamos a hacer. Si un fin de semana voy al pueblo y no están los primos no pasa nada, si están mis tíos… 

Con mis tías siempre puedo contar, y les cuento lo importante. Como aquella vez que cogí un tren aposta para darles una noticia. Mi tía Mari Carmen se echa todo a cuestas para evitarnos molestias a los demás y va siempre con sonrisa. El tío Luis me llama Bonica. Mi tía Isabel me regaña cuando sabe que algo lo puedo hacer mejor, y el tío Juan Carlos me guarda siempre la molleta de conejo con más chicha. 

Con el tío Javier los blues están más ricos, y entre risas en la mesa o entre bailes en la pista brindamos todos sus sobrinos por nuestro Chache. La tía Pepa siempre está dispuesta, y su rulo de queso ya es famoso entre los amigos de los primis. El tío Antonio es un súper anfitrión y me recibe siempre con pipes y algo más, me encanta cuando me cuenta cosas del espacio. La tía Amparo y yo nos entendemos por señas y siempre se gobierna alguno de mis anillos, es la tieta. 

En las comidas familiares me pido siempre el sitio al lado de mi tío José, que me cuida. Y mi tía Lidia se apunta a un bombardeo, sea cual sea la tontería que se nos ocurre cada vez. Con Dini fundamos el club de la personas interesantes y creamos a Alpamadi, regala experiencias. 

Mi tío Roberto siempre está ahí para lo que necesite, para cambiar una bombilla o actualizar el antivirus, para rellenarme la copa, pero sobre todo, está ahí para todo. Y mi tía Paloma es mi madre dos, que sufre por mi, se alegra por mi, hace el mejor cocido del mundo y se frena de bosarme el plato, por ser yo.

El tío Vicente no era mi tío, pero sí lo era de mis primos. Los más nuevos de la familia nunca sabrán si es verdad que era así, o será que exageramos…

Papá,

Creo que nadie más que tú siente no poder estar aquí. Al fin y al cabo, nosotros te echamos de menos pero estamos. Y disfrutamos de los peques. Un tío marca, y un tío como tú hace diferencia, aunque en este caso lo que marca sea tu ausencia.

Por eso el otro día Javier abría los ojos cuando le acercábamos a tu foto, hablándole del tío Vicente. Y por eso Celia en las fotos te reconoce sin conocerte.



Importa que sepan que eres su tío, aunque sólo sepan de ti a través de las palabras de otros. Y es importante que sepan que les quieres porque querías con locura a su madre, a su tía, a su abuela y a su bisabuela, y a todos los que les queremos a ellos.

Tendrán que creernos que eras así e imaginar al tío Vicente:

Que les pregunta si han dado un beso a la abuela
Que les monta en el Land y los lleva de excursión
Que les hace cosquillitas en la espalda
Que construye vallas con los palillos del Francisquillo
Y hace el ruido de un tapón descorchado con la boca
Que no se cansa de jugar
Que les toca villancicos del pueblo.

Que les pilla toda mentirijilla, y les ayuda a disimular
Que se ríe en vez de regañarles
Que les defiende y disculpa ante sus padres
Que les llama sin falta en cada cumpleaños
Que les pregunta cómo va todo, que quiere saberlo todo… y lo sabe todo
Que les motiva, les anima y les hace sentir importantes tal y como son
Que les explica que las cosas no son siempre como uno quiere
Pero les asegura que no pasa nada.

Que les mima y no sólo les permite sino que fomenta las peteterías…
Que les enseña
Que no deben renunciar a su personalidad por nadie
Que jamás se avergüencen de su familia
Que hay que apreciar otras culturas sin juzgarlas, conocerlas sin miedos ni prejuicios
Que hay que aportar
Que hay que ser generoso sin darse importancia a uno mismo.

Que les demuestra con el ejemplo…
Que todo se puede decir bien
Que hacer reír a una madre es lo mejor que hay
Que por la familia no se tira la toalla nunca
Que deben sentirse orgullosos de sus orígenes
Que nunca dejen de venir a Bienservida.


Sé que no soy muy elocuente de viva voz; lo mío son las letras y se me quedan cortas las palabras para decir lo mucho que quiero a mis tíos y lo importante que son en mi vida. No quiero imaginar que uno me falte, por eso quería hablarles un poco a los peques de uno en concreto, para que lo vayan conociendo: de su tío Vicente.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Cosas nuestras

Anoche no pude encontrarte. En todos mis sueños te buscaba y no estabas, así que se tornaron pesadillas.

Te buscaba y no te encontraba, no estabas...

Para hacernos juntos los chulos, más que un ocho o como un cero con cinturón, 
Para ser el tío tío tío que toque un fandango, 
O decirle al negrito que duerma, que su mamá está en el campo, 
Para ser representantes de futbolines y de paraguas, 
Y de paso haber cortado una flor, ayer que llovía-yo-vía, 
Para descubrir brujas hermosas y todas esas cosas que soñábamos en un mundo al revés,
Para avisar de que llegarías andispués
Para dirigirnos en el Chito-chito muy bajito, no se vaya a despertar, 
E ir todos a bailar a Cortilandia, porque ya es Navidad,
Para imitar el toc-toc uh de Ángel Garó o tocar el violín invisible ¡cháaaaaan! de Tamaríz, 
Y rascarte si te pica la naríz,
Para cantar el Ratón Vaquero, el chiquitín de Susanita
o el del señor Martín-tin-tin
Para contestar al teléfono a lo Millán um-hehe-um-hehe
Y escandalizar a lo Raphael, como si tú fueras aquél
Soltar un soplamocos o esrribar unos dientes
Subiendo la Avenida Tiradentes,
Pegarlos de nuevo con un pegamento (que por cierto sería muy bueno), 
Y arrear con un remo al tuerto en el ojo bueno,
Para decirle al guarda que no eres “delinqüente” sino un “cara carente”,
Y, si no, pues un collar con las perlas de esos dientes,


Para contarme un cuento que nunca se acaba
O adivinar lo que tiene el rey en la panza, 
Para augurar un baile de máscaras en cierto lugar, 
De cuyo nombre no quiero acordarme…
Para señalar a cualquier collíto que pase,
Para recitar espúrtidrali-estiri-la-cabeza-apuntin-la-cimborria-ajos-porrios, 
Y ‘sún deber… 
Saber que el Niño Robot le pedía a su abuela que le diera cuerda para ir a la escuela,
Para saciarnos el hambre de la mula churumbela já,
Y que Haime bahe la haula y ate la haca a la reha,
Para partirte, mondarte, desternillarte y reírte de Janeiro,
Reírte también si va’ldenal o si pués bajal
Para inclinarte entre Ssspectacular, Strordinario y Cenomenal
Para pasarte un copo d’agua
Como en la versión inventada del Lebrijano, que se le cayó un pañuelo dentro del agua, 
(chibulí, chubulí...)
Para decirte de memoria los diálogos de Timón y Pumba
mientras el moro Musa sale de su tumba tumba tumba, 
Para pasarte a puñaos por debajo de la puerta garbanzos torraos
Y marcarte un baile de acanchú des montes player anden blus se espejó
Para vivir en na-na-na-ná na-na-na-na-na-na-na-ná los mundos de Yupi, 
Para llamarte Frampi en vez de Papi
Para que me llames Nena en vez de Palo y, 
si nos dieran a elegir, quedarnos siempre con la del pirata cojo con pata de palo. 

Todas estas, muchas otras canciones y tonterías eran nuestras cosas. 
Pero, Cucú, papá se fue.

Sólo puedo escribirte cosas que no vas a leer.
Pero no me importa que los sueños se tornen pesadillas, si en ellas te vuelvo a ver.

martes, 14 de abril de 2015

Lleguemos a un acuerdo, Papá

Oi Pai,

Hace siete años que no te veo y 2555 días que no te hablo; un par de días más desde que tú ya no me contestabas. ¿Escuchaste lo último que te dijimos mamá y yo?

A veces pienso que es imposible, ¿cómo se puede vivir sin ti siete años y encima saber que esa cifra aumenta día a día? Cada mañana hace más tiempo que no estoy contigo, que no me miran tus ojos, que no me pincha tu bigote, que en mi móvil no existe el contacto Papá, hace siete años que no me llamas.

¿Y sólo me quedan recuerdos?
No, también acuerdos.

Cuando recuerdo los paseos en coche que dábamos sin prisa, locamente metiéndonos en el tapón de los viernes hacia El Condado en San Juan, o recorriendo la Avenida Paulista los sábados por la mañana antes de coger rumbo a donde fuéramos, o rematando una tarde de domingo en Lima yendo al centro y dar una vuelta alrededor de la Plaza de Armas, simplemente porque se veía tan bonita iluminada cuando empezaba a anochecer...

Me acuerdo, y hago un acuerdo para coger el camino largo hasta casa, descartar la M-30 y disfrutar la pausa de cada semáforo por el Paseo del Prado, Recoletos y Castellana.

Cuando recuerdo nuestros planes imaginarios para llevarnos a toda la familia de vacaciones a donde fuera, podía ser a Mato Grosso, daba igual, pero todos juntos, y comentábamos lo que diría y haría cada uno, disfrutando sólo con la idea de estar juntos y unas risas que pa'qué...

Me acuerdo, y hago un acuerdo para juntarnos siempre que sea posible, donde sea y por el tiempo que pueda ser.

Cuando recuerdo tu calma, tu temple y que nunca, ni una vez ni un día ni en mis mayores errores ni en tus peores días me hablaste enfadado...

Me acuerdo, y hago un acuerdo para intentar no enfadarme yo.  Claro que a mi no me sale perfecto, pero lo intento.


Y así voy, haciendo mil acuerdos día tras día, recordándote y acordándome de nosotros juntos. Por eso no eres una persona que fue importante en mi vida, eres una persona que influye en mi, en mis decisiones, en mis observaciones y reflexiones, en mis actos y en mi ánimo todos los días.


Así que te propongo que lleguemos a un acuerdo, Papá: Yo seguiré echándote de menos; tú sigue en mis recuerdos y recordándome todo lo que importa.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Mi regalo del día del padre

En la encimera del ventanal de tu oficina tenías colocados montones de fotos con personalidades de éxito, souvenirs de compañeros de trabajo, placas conmemorativas de tus logros (y los de tu equipo, como siempre recalcabas), recuerdos de miles de lugares fantásticos del mundo... 

Y en tó el medio, destacando, lo que más saltaba a la vista era un pedazo de cosa fea, medio desvencijada y de colores ya despintándose por el paso del tiempo y las mudanzas.

Un porta-lápices hecho con palitos de madera que te había regalado yo por algún día del padre.

De aquellos tiempos cuando yo aún era un pegote, ni siquiera habíamos empezado nuestra aventura americana... Y sin embargo, lo llevaste siempre y lo tenías en el mejor lugar para que todo el mundo supiera lo orgulloso que estabas de tu hija y de cualquier tontería que hiciera.

Ojalá pudieras ver la de tonterías que estoy haciendo ahora, papi.
Disfrutarías tanto.



Ahora tengo yo en mi oficina, en lugar destacado y muy a mano, este armatoste para apuntarme las cositas importantes. Mamá lo rescató el otro día de entre tus cosas, ahora lo tengo aquí a mi lado.

Gracias, papi, por tu regalo.

domingo, 15 de febrero de 2015

Carnaval con toque de Olodúm

Al principio no había separación entre Aiê, la tierra de los humanos, y Orúm, el cielo de los Orixás… las energías del universo. Hasta que una vez, mientras se trazaba el límite de Aiê, un humano tocó el cielo con sus manos y Orúm y Aiê quedaron para siempre separados. 


Ya ningún hombre podía ir al cielo y regresar de allí con vida, y tampoco los Orixás podían viajar a la tierra. Éstas divinidades fueron a reclamarle a Olodúmaré, el dios supremo, que les permitiera visitar la tierra de los humanos, y éste aceptó bajo la condición de que cuando visitasen Aiê debían hacerlo con el cuerpo material que ahora atribuimos a los Orixás.

Aquí en la tierra bailamos juntos la música de Olodúm, porque dançou que não entrou na dança. Estos carnavales como todos aquellos… en los que veíamos venir a Olodúm con su balanço da maré recorriendo el paseo marítimo de Salvador de Bahia y espalhando amor e axé pra todo o lado.

Así íbamos nosotros, arrastando o pé hasta el Pelourinho, con el repique o batuque e o choque do aço de los tambores de Daniela Mercury, que lloraba al ver la negrada que formaba el astral da avenida, que coisa tão linda. Nos movíamos con el resto de la moçada, batendo os pés no chão, y alcanzábamos el trio de Ivete Sangalo, donde iba a rolar a festa. Y allí podíamos quedarnos horas y horas, todo el carnaval, toda la fiesta, juntos y deseando que llegara la hora de subirnos a bailar al trio de Araketu. Porque sí, Araketu é bom demais.


Como por orden de Olodúmaré, nos visitas con el cuerpo de Orixá que nos saluda a mamá y a mi en la entrada, vestido de oro y turquesa, cada vez que llegamos a casa. Porque una vez que has ido a Orúm ya no puedes volver con vida a Aiê, salvo en forma de Orixá. Y así vienes a vernos en la tierra, a estar con nosotras todos los días.