Han llegado los días de los Villancicos. Recuerdo cuando papá cogía su guitarra y, en un círculo, a su alrededor todos entonábamos.
Dar a play:
Papi cantaba el bajo
Me acuerdo cuando era un chaval,
Los tiempos era duros y las cosas andaban mal.
Pero hay un claro detrás de cada nube.
Sólo gente pobre, eso éramos.
Intentando vivir de la tierra negra.
Nos juntábamos en un círculo familiar para cantar.
Papi cantaba el bajo
Mamá cantaba de tenor.
Yo y mis hermanos pequeños nos uníamos a ellos.
Cantar parece ayudar a un alma turbada.
Uno de estos días ya no quedará mucho,
Me reuniré con ellos en una canción.
Voy a reunirme con el círculo familiar en el Trono.
No, el círculo no se romperá.
Así y así, Señor, así y así.
Papi cantaba el bajo
Mamá cantaba de tenor.
Yo y mi hermanos pequeño nos uníamos a ellos.
En el cielo, Señor, en el cielo.
Ahora recuerdo que después de trabajar
Mamá nos llamaba a todos
Y nos podías oír cantando desde más lejos que una milla.
Ahora el hermano pequeño se ha ido.
Pero me reuniré con él en una canción.
Estaremos juntos allí arriba en dentro de un ratito.
Papi cantaba el bajo
Mamá cantaba de tenor.
Yo y mis hermanos pequeños nos uníamos a ellos.
Cantar parece ayudar a un alma turbada.
Uno de estos día ya no quedará mucho,
Me reuniré con ellos en una canción.
Voy a reunirme con el círculo familiar en el Trono.
No, el círculo no se romperá.
Así y así, Señor, así y así.
Papi cantaba el bajo
Mamá cantaba de tenor.
Yo y mi hermanos pequeños nos uníamos a ellos.
En el cielo, Señor, en el cielo.
En el cielo, Señor, en el cielo.
En nuestro coro falta ahora su guitarra y su voz, pero nos reuniremos con él en una canción.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Manual de estilo para la vida
Ojalá nos hubieses dejado un manual de instrucciones. Porque… por increíble, inverosímil, imposible que parezca, los que te hemos conocido sabemos que es cierto. Siempre hacías las cosas BIEN. Así, las hacías parecer fáciles. Y además, las hacías bien para todos.
Sin ti la vida se ha complicado un poquito, pero sí, papi, es un reto más. Nos has dejado un tesoro, que es tu manera. Y cuando nos enfrentamos a una situación distinta, alegre, dolorosa, o simplemente nueva, podemos rebuscar en nuestros adentros y evocar tu mirada fina y sabia; tu sonrisa comprensiva, alentadora; tu abrazo protector transmitiéndonos confianza en nosotros mismos, y tu gesto familiar pero firme, regalando fuerza y entereza.
Si me pudieses oír, hoy te contaría una cosa. Tú me aconsejarías.
Hoy, no me puedes escuchar. Y si lo haces, yo no te oigo a ti.
Así que estoy repasando en mi memoria los archivos almacenados en dos décadas, para intuir qué hacer, y cómo. Debo repasar tu manera: Pensar qué dirías y qué harías tú. Y que me dirías que hiciera yo.
Por ti sabemos que hay que calcular riesgos y estar dispuestos a asumirlos, tratar los asuntos más difíciles y delicados con tacto- pero tratarlos, y resolverlos sin demora. Actuar rápido y con elegancia.
Pensando en ti, siempre podremos ser auténticos, nosotros mismos, y reivindicar nuestro derecho a equivocarnos. Lo que no hagamos es lo que nos perdemos, así que, papi, dame el empujón que necesito. Si ahora hay que apretar –si es lo que toca-, se aprieta, porque lo bueno puede ser mejor. Tú decías que hay que ceder en lo accesorio y ajustar en lo fundamental, que es preferible dar dos pasos adelante y retroceder uno, que no dar ninguno. Decías que hay que atreverse a hacer las cosas diferentes. Con paciencia, pues es mucho más fácil hacer las cosas bien. Pero también a veces hay que elegir entre lo fácil y lo correcto. Sí, papá, todo es ponerse. Y los problemas son problemas porque tienen solución, esa me la apunto.
Al fin y al cabo, la mayor tranquilidad, la seguridad del mundo cabía en mis manos cuando decías: No pasa nada.
Nos enseñaste a vivir. No dejaste instrucciones, pero nunca salgo de casa ni salgo de mi misma sin el manual de estilo para la vida –y para vivir- de Vicente Serrano Navarro, Papá.
Sin ti la vida se ha complicado un poquito, pero sí, papi, es un reto más. Nos has dejado un tesoro, que es tu manera. Y cuando nos enfrentamos a una situación distinta, alegre, dolorosa, o simplemente nueva, podemos rebuscar en nuestros adentros y evocar tu mirada fina y sabia; tu sonrisa comprensiva, alentadora; tu abrazo protector transmitiéndonos confianza en nosotros mismos, y tu gesto familiar pero firme, regalando fuerza y entereza.
Si me pudieses oír, hoy te contaría una cosa. Tú me aconsejarías.
Hoy, no me puedes escuchar. Y si lo haces, yo no te oigo a ti.
Así que estoy repasando en mi memoria los archivos almacenados en dos décadas, para intuir qué hacer, y cómo. Debo repasar tu manera: Pensar qué dirías y qué harías tú. Y que me dirías que hiciera yo.
Por ti sabemos que hay que calcular riesgos y estar dispuestos a asumirlos, tratar los asuntos más difíciles y delicados con tacto- pero tratarlos, y resolverlos sin demora. Actuar rápido y con elegancia.
Pensando en ti, siempre podremos ser auténticos, nosotros mismos, y reivindicar nuestro derecho a equivocarnos. Lo que no hagamos es lo que nos perdemos, así que, papi, dame el empujón que necesito. Si ahora hay que apretar –si es lo que toca-, se aprieta, porque lo bueno puede ser mejor. Tú decías que hay que ceder en lo accesorio y ajustar en lo fundamental, que es preferible dar dos pasos adelante y retroceder uno, que no dar ninguno. Decías que hay que atreverse a hacer las cosas diferentes. Con paciencia, pues es mucho más fácil hacer las cosas bien. Pero también a veces hay que elegir entre lo fácil y lo correcto. Sí, papá, todo es ponerse. Y los problemas son problemas porque tienen solución, esa me la apunto.
Al fin y al cabo, la mayor tranquilidad, la seguridad del mundo cabía en mis manos cuando decías: No pasa nada.
Nos enseñaste a vivir. No dejaste instrucciones, pero nunca salgo de casa ni salgo de mi misma sin el manual de estilo para la vida –y para vivir- de Vicente Serrano Navarro, Papá.
sábado, 14 de noviembre de 2009
Canción del cielo
No creo en las hadas ni en los duendes,
Creo en el recuerdo, en una canción
No creo en el cielo,
Creo en el corazón.
Miro arriba y veo aves, nubes, quizá un avión
Pero a ti te veo
sólo y siempre, cuando abro mi corazón.
Ahí van las golondrinas a volar
Por nuestro cielo preferido
Tempranito al despertar
Imaginándote dormido
Tú no vas a despertar,
Pero yo te voy a cantar,
Una canción y muchas, papi
Te voy a recordar
Eres mi cielo
Y el tuyo es mi corazón,
Mi corazón es tu cielo, papi,
Y tu recuerdo, mi canción.
lunes, 14 de septiembre de 2009
Sueño que existes, un poquito nada más
Hacer reír y hacer felices a los que me me rodean. No tengo más sueños que cumplir, sólo quisiera que éstos fuesen reales. En silencio, por las noches te busco en ellos. Te busco porque despierta no te encuentro, y en los sueños te tengo que inventar. Para tocarte, para ver tus gestos, tu sonrisa. Quiero que existas. Nada más.
Dar a play:
"Son sueños
que son de verdad.
Me gustaría que fuera real.
Son sueños,
quiero llegar hasta el final
y nada sirve si no estás.
En silencio, te busco
y sueño con poderte amar,
y te sigo buscando tanto
tú en mi nunca te has fijado,
por eso te tengo que inventar.
Te sigo esperando tanto,
tú en mi nunca te has fijado
por eso te tengo que encontrar.
Son gestos
que quiero mirar
me gustaría poderte tocar.
Son sueños,
quiero que existas nada más
sigo buscando ¿donde estás?"
Llamé al teléfono de papá, y me contestó su voz. Hola bonita. Hola papá.
Fui a buscar a papá. Y al verme, con su naturalidad y sonrisa se volvió a mi como diciendo Ahí estás.
Se esfumó.
Papá estaba aquí otra vez. Lo sabía, pero no le podía ver. ¿Era tu espíritu, papi? ¿Y eso qué es? Y qué más da. Dicen que todos los espíritus vuelven para despedirse.
- ¿De verdad es papá?
- ¿No lo sientes?
- Si…
Pero papá ya se tenía que ir. Se metió en una especie de ascensor y se cerró la puerta, impidiéndome ver lo invisible.
De pronto se volvió a abrir la puerta. No se veía nada dentro, pero papá estaba allí y empezó a jugar como cuando nos despedíamos en los aeropuertos: Desaparecía y luego volvía a saludar, desaparecía y aparecía otra vez para mirarnos una última vez.
Estaba haciendo lo mismo… entrecerraba la puerta y antes de cerrar, fíum, se volvía a abrir. Me hizo reír. Sabía que era papi. Reía y reía mientras papá iba cerrando la puerta cada vez más, hasta que ya no se abrió.
lunes, 31 de agosto de 2009
martes, 18 de agosto de 2009
Cosquillas al cielo
Me preguntaron que si éste último había sido el viaje que más me había gustado. Me ha encantado. Pero mis mejores viajes ya están hechos.
Yo ya he pasado lo peor del mundo, que es descubrir que nadie, nadie, es imprescindible para que la vida siga.
Y sigue; Y como lo peor ya ha sido, todos los viajes que haga serán maravillosos.
Ahora nos vamos a Nueva York con los tuyos –los nuestros- a un viaje que tanto deseaste, que tanto imaginamos, que tanto habrías disfrutado y en el que tanto nos acordaremos, tanto nos reiremos…
Y qué precioso papá, reírnos pensando en ti. Si estos días sientes cosquillas seremos nosotros rascando el cielo.
Yo ya he pasado lo peor del mundo, que es descubrir que nadie, nadie, es imprescindible para que la vida siga.
Y sigue; Y como lo peor ya ha sido, todos los viajes que haga serán maravillosos.
Ahora nos vamos a Nueva York con los tuyos –los nuestros- a un viaje que tanto deseaste, que tanto imaginamos, que tanto habrías disfrutado y en el que tanto nos acordaremos, tanto nos reiremos…
Y qué precioso papá, reírnos pensando en ti. Si estos días sientes cosquillas seremos nosotros rascando el cielo.
jueves, 2 de julio de 2009
Sobre las nubes
Mamá y yo emprendemos viaje mañana. Como siempre, tú con tus mujeres. Nos hace mucha ilusión cruzar el mundo hacia el lado opuesto esta vez, aunque tú desde tu puesto, lo habrás visto todo ya.
Escalaremos el cielo, y alcanzando velocidad de crucero... sobre las nubes, te podré mirar a los ojos otra vez.
Suaves como un abrazo nos rodearán las nubes. Y nos meceremos en el aire como tarareando una canción:
"Sobre las nubes
la libertad es ilimitada.
Todos los miedos, todas las preocupaciones
Quedan debajo, ocultas... Y entonces,
en su lugar, lo que era grande e importante
de repente es insignificante y pequeño."
En el cielo tu reflejo está en las nubes, y la ventanilla del avión me deslumbra con el sol. Llegará la noche y cerraremos los ojos cuando los abran las estrellas.
Sobre las nubes... viajaremos y cantaremos juntos otra vez.
Escalaremos el cielo, y alcanzando velocidad de crucero... sobre las nubes, te podré mirar a los ojos otra vez.
Suaves como un abrazo nos rodearán las nubes. Y nos meceremos en el aire como tarareando una canción:
"Sobre las nubes
la libertad es ilimitada.
Todos los miedos, todas las preocupaciones
Quedan debajo, ocultas... Y entonces,
en su lugar, lo que era grande e importante
de repente es insignificante y pequeño."
En el cielo tu reflejo está en las nubes, y la ventanilla del avión me deslumbra con el sol. Llegará la noche y cerraremos los ojos cuando los abran las estrellas.
Sobre las nubes... viajaremos y cantaremos juntos otra vez.
martes, 19 de mayo de 2009
Próximo destino
Sería sábado o domingo. Yo tenía ocho años. Como todas aquellas mañanas entré al cuarto de papá y mamá para despertarlos pero, ese día, ya estaban despiertos. Así que procedí directamente a saltar en la cama. Ay, qué bonica la nena… Y entre saltos risas pisotones piruetas tonterías, finalmente caí rendida a sentarme entre los dos: el pegote en medio.
Entonces papá me habó entre juguescas del verano que habíamos pasado en Puerto Rico. ¿Te acuerdas? Pues claro. ¿Y si nos vamos a vivir allí?
De todo lo que podría haber dicho, recuerdo que pregunté ¿Y los primos también? No, dijo papá. A los primos y a los abuelos los veremos en vacaciones. ¿Nos vamos los tres juntitos? Vale, contesté tan chula, como quien acepta ir al cine. Pero es que sí, fue de película. Porque los tres somos más chulos que un ocho.
Así: tan simple, tan bonito es el momento que cambia unas vidas. Con tanta naturalidad, seguridad, alegría, con tanta despreocupación y acierto tomé –tomamos los tres- nuestra primera gran decisión juntos rumbo a la aventura.
Algunos años después, yo tenía once y no era un día cualquiera. Estábamos los tres juntitos en nuestra casa de Puerto Rico distrayéndonos con juegos y escuchando la radio a la luz de un farolillo de gas, atrincherados; Fuera aullaba el viento, golpeaba la lluvia de un huracán y de repente sonó el teléfono.
Los tres nos fuimos al cuarto de al lado, de la mano, y contestó papá. Mamá y yo estábamos a su lado siguiendo su parte de la conversación. Si. Hola. ¡Hombre! Si. Si. Ajá. Ajá. Si. Ajá… (todo esto mientras nos miraba de reojo y hacía caracolas con su bigote)… Ajá.
Después de un rato de silencio, papá le contestó al teléfono: “Para ser sincero este no el mejor momento, estamos en pleno huracán.”
Al poquito papá colgó. Y nos contó que le habían ofrecido un puesto en Brasil.
Aunque en ese instante papá dijese lo contrario los tres sabíamos que había sido el momento perfecto. Para guardar la anécdota. Para prender otra gasa en el farol de gas. Para quedarnos boquiabiertos. Y para tomar otra decisión.
Unos años más tarde, un verano en Madrid estaba yo con mamá en la cocina de casa de la tía. Sonó el teléfono. Era papá, que hablaba con mamá; yo sentada a su lado.
Sabíamos que nos íbamos, pero aún no a dónde. Mamá colgó, me miró, y yo expectante. Me dijo “Adivina.” Y eso… sólo rima con Lima.
Después de otros pocos años anuncié mi empeño en irme a Nueva York, y no sólo fue aceptado por mis padres sino que celebrado de antemano como una realidad, y tan a pecho me lo tomé, que allí acabé.
En algún momento antes de irme una conversación parecida a esta tendría lugar entre papá y yo:
Yo preguntaría, ¿Te vas a Nueva York?
Yo no.
Ah.
¿Y tú? Preguntaría papá.
Yo si.
Ah.
¿Ocho?
¿Quien, yo?
Si.
Yo si, ¿y tú?
Un cero con cinturón.
Ah.
Y mamá emocionadísima, talvez sin tanta tontería explícita, pero también. Y en risas sin escatimar.
La noche de antes de partir, después de cenar por Madrid una noche de verano caminábamos los tres agarrados –el pegote en medio- por el paseo de La Florida, con vista a las Almudena iluminada y empecé a cantar… Start spreading the news, I’m leaving tomorrow… Y al día siguiente nos embarcamos hacia Nueva York, después de haber cantado los tres agarrados una noche sin preocupación, porque juntitos los tres podíamos ir a la luna.
Otro año, ya no hace tanto, sonó mi teléfono móvil en mi habitación de Madrid. Por el tiempo que había pasado en Perú, ya tocaba cambio. Así que cuando papá me dijo que ya sabían el próximo destino no me sorprendí, simplemente esbocé una sonrisa que él no pudo ver pero que intuiría por mi voz: ¿… yyyy?
La respuesta de papá fue total: Chirimiri.
¿Eh?? Creo que respondería yo. Papá se rió y yo arriesgué, ya imaginándome a mis padres finalmente aprendiendo inglés.
¡Londres!
No.
Eh…
Más abajo.
¿Santiago?
No.
A Coruña.
Más p’allá.
Oviedo.
Más p’allá.
Gijón.
Eiiii más p’allá.
¡Pamplona!
¡Más p’acá! ¡Jajaja!
Creo que con los nervios dije todas las ciudades del norte de España menos la obvia, que quedó para el final, con los saltos de alegría, las risas y los nervios y alegrías de pensar que iba a volver a tener tan cerquita a papá y a mamá.
Luego fue que Bilbao no, y Madrid nos volvió a juntar. Así que nos pareció el destino ideal. Juntitos los tres.
Al final resultó que había un destino más, pero sólo para papá. Mamá y yo no nos quedamos solas, sino juntas. Y muy acompañadas. Seguro que ahora papá es el pegote porque siempre está en medio. Y que no se despegue nunca.
__________________________________________________________________
¿Qué padres sensatos, adultos, responsables, concienzudos, respetables no sólo confiarían sino comprometerían su destino a la respuesta de una mocosa en pijama de ocho años una mañana después de desayunar leche con galletas y ver los dibujitos? Mi padres.
Hoy, yo soy adulta –los demás adjetivos no lo sé- y tengo en mis manos una lista de destinos, que confío a una rubia de cuyo brazo me cuelgo al pasear y a un espíritu en el aire que siempre me acompaña. Hoy tengo veintidós, pero sigo durmiendo en mi pijama viejo y zarrapastroso, todas las mañanas desayuno leche con galletas, me encantan los dibujitos y sigo saltando en la cama de papá y mamá en cuanto tengo ocasión.
No sé aún cual será el próximo destino, pero sé quien me acompañará. Y eso me hace estar tranquila. Porque vamos a estar juntas, buscando con alegría hasta encontrar a papá.
Entonces papá me habó entre juguescas del verano que habíamos pasado en Puerto Rico. ¿Te acuerdas? Pues claro. ¿Y si nos vamos a vivir allí?
De todo lo que podría haber dicho, recuerdo que pregunté ¿Y los primos también? No, dijo papá. A los primos y a los abuelos los veremos en vacaciones. ¿Nos vamos los tres juntitos? Vale, contesté tan chula, como quien acepta ir al cine. Pero es que sí, fue de película. Porque los tres somos más chulos que un ocho.
Así: tan simple, tan bonito es el momento que cambia unas vidas. Con tanta naturalidad, seguridad, alegría, con tanta despreocupación y acierto tomé –tomamos los tres- nuestra primera gran decisión juntos rumbo a la aventura.
Algunos años después, yo tenía once y no era un día cualquiera. Estábamos los tres juntitos en nuestra casa de Puerto Rico distrayéndonos con juegos y escuchando la radio a la luz de un farolillo de gas, atrincherados; Fuera aullaba el viento, golpeaba la lluvia de un huracán y de repente sonó el teléfono.
Los tres nos fuimos al cuarto de al lado, de la mano, y contestó papá. Mamá y yo estábamos a su lado siguiendo su parte de la conversación. Si. Hola. ¡Hombre! Si. Si. Ajá. Ajá. Si. Ajá… (todo esto mientras nos miraba de reojo y hacía caracolas con su bigote)… Ajá.
Después de un rato de silencio, papá le contestó al teléfono: “Para ser sincero este no el mejor momento, estamos en pleno huracán.”
Al poquito papá colgó. Y nos contó que le habían ofrecido un puesto en Brasil.
Aunque en ese instante papá dijese lo contrario los tres sabíamos que había sido el momento perfecto. Para guardar la anécdota. Para prender otra gasa en el farol de gas. Para quedarnos boquiabiertos. Y para tomar otra decisión.
Unos años más tarde, un verano en Madrid estaba yo con mamá en la cocina de casa de la tía. Sonó el teléfono. Era papá, que hablaba con mamá; yo sentada a su lado.
Sabíamos que nos íbamos, pero aún no a dónde. Mamá colgó, me miró, y yo expectante. Me dijo “Adivina.” Y eso… sólo rima con Lima.
Después de otros pocos años anuncié mi empeño en irme a Nueva York, y no sólo fue aceptado por mis padres sino que celebrado de antemano como una realidad, y tan a pecho me lo tomé, que allí acabé.
En algún momento antes de irme una conversación parecida a esta tendría lugar entre papá y yo:
Yo preguntaría, ¿Te vas a Nueva York?
Yo no.
Ah.
¿Y tú? Preguntaría papá.
Yo si.
Ah.
¿Ocho?
¿Quien, yo?
Si.
Yo si, ¿y tú?
Un cero con cinturón.
Ah.
Y mamá emocionadísima, talvez sin tanta tontería explícita, pero también. Y en risas sin escatimar.
La noche de antes de partir, después de cenar por Madrid una noche de verano caminábamos los tres agarrados –el pegote en medio- por el paseo de La Florida, con vista a las Almudena iluminada y empecé a cantar… Start spreading the news, I’m leaving tomorrow… Y al día siguiente nos embarcamos hacia Nueva York, después de haber cantado los tres agarrados una noche sin preocupación, porque juntitos los tres podíamos ir a la luna.
Otro año, ya no hace tanto, sonó mi teléfono móvil en mi habitación de Madrid. Por el tiempo que había pasado en Perú, ya tocaba cambio. Así que cuando papá me dijo que ya sabían el próximo destino no me sorprendí, simplemente esbocé una sonrisa que él no pudo ver pero que intuiría por mi voz: ¿… yyyy?
La respuesta de papá fue total: Chirimiri.
¿Eh?? Creo que respondería yo. Papá se rió y yo arriesgué, ya imaginándome a mis padres finalmente aprendiendo inglés.
¡Londres!
No.
Eh…
Más abajo.
¿Santiago?
No.
A Coruña.
Más p’allá.
Oviedo.
Más p’allá.
Gijón.
Eiiii más p’allá.
¡Pamplona!
¡Más p’acá! ¡Jajaja!
Creo que con los nervios dije todas las ciudades del norte de España menos la obvia, que quedó para el final, con los saltos de alegría, las risas y los nervios y alegrías de pensar que iba a volver a tener tan cerquita a papá y a mamá.
Luego fue que Bilbao no, y Madrid nos volvió a juntar. Así que nos pareció el destino ideal. Juntitos los tres.
Al final resultó que había un destino más, pero sólo para papá. Mamá y yo no nos quedamos solas, sino juntas. Y muy acompañadas. Seguro que ahora papá es el pegote porque siempre está en medio. Y que no se despegue nunca.
__________________________________________________________________
¿Qué padres sensatos, adultos, responsables, concienzudos, respetables no sólo confiarían sino comprometerían su destino a la respuesta de una mocosa en pijama de ocho años una mañana después de desayunar leche con galletas y ver los dibujitos? Mi padres.
Hoy, yo soy adulta –los demás adjetivos no lo sé- y tengo en mis manos una lista de destinos, que confío a una rubia de cuyo brazo me cuelgo al pasear y a un espíritu en el aire que siempre me acompaña. Hoy tengo veintidós, pero sigo durmiendo en mi pijama viejo y zarrapastroso, todas las mañanas desayuno leche con galletas, me encantan los dibujitos y sigo saltando en la cama de papá y mamá en cuanto tengo ocasión.
No sé aún cual será el próximo destino, pero sé quien me acompañará. Y eso me hace estar tranquila. Porque vamos a estar juntas, buscando con alegría hasta encontrar a papá.
lunes, 13 de abril de 2009
14 de abril
Un cumpleaños es una fecha en que se cumple un año de algo. El 14 de abril es tu nuevo cumpleaños. Ahora tienes dos. Y si pudieses soplar una vela y pedir un deseo, estoy segura de que desearías que fuéramos felices. Tus deseos son ordenes, así que estamos en ello. Como tú decías, a lo que más te cueste dedícale más tiempo.
jueves, 2 de abril de 2009
Vida de primavera
Es abril nuestro mes
nuestro, de los dos, de los tres.
Tu cumpleaños, el mío,
tu santo,
tu vida;
entera resumida
en una eterna primavera.
Nada de calores agobiantes,
Ni inviernos fríos, paralizadores
Nunca en tu vida se marchitaron las flores
no hubo horas flojas, jamás cayeron las hojas.
Alegría verdadera
De auténtica primavera
El mes más bonito para compartir
es el nuestro.
Abril, tu vida entera,
la más bella primavera.
nuestro, de los dos, de los tres.
Tu cumpleaños, el mío,
tu santo,
tu vida;
entera resumida
en una eterna primavera.
Nada de calores agobiantes,
Ni inviernos fríos, paralizadores
Nunca en tu vida se marchitaron las flores
no hubo horas flojas, jamás cayeron las hojas.
Alegría verdadera
De auténtica primavera
El mes más bonito para compartir
es el nuestro.
Abril, tu vida entera,
la más bella primavera.
miércoles, 18 de marzo de 2009
Tu día es todos los días
El día del PADRE mi madre está a mi lado y papá dentro de mi.
Celebro que mi padre sea por siempre el mío.
Celebro que mi padre sea por siempre el mío.
Y en el día del padre, un homenaje a mi madre, que es papá y mamá,
Que es todo. Como lo es papá.
Que es todo. Como lo es papá.
jueves, 12 de marzo de 2009
El mundo en eco y los tres con la felicidad
Tendría nueve años unos días y otros días tendría diez.
Después de volver del colegio y quitarme el uniforme, habiendo terminado ya los deberes de matemáticas y habiéndome aprendido la lección de Ciencias para el día siguiente; luego de haber jugado en la calle con la vecina de enfrente; de subirme a la última rama del árbol de la rotonda a leer un rato; de montar en bici con mi amiga cuesta arriba y cuesta abajo… Siendo todavía tarde, habría anochecido ya cuando papá llegaba de trabajar.
Oía de pronto el ruido del motor y la puerta del garaje cerrándose. Entonces me escondía detrás de la esquina del salón, y papá siempre se dejaba sorprender aunque saliese a asustarle todas las tardes desde el mismo lugar. ¡Arrrr! Gritaba. Él soltaba un ¡Ué!? Yo me lanzaba a su traje y él me abrazaba, todavía sin soltar su maletín.
El jardín estaba caldeado de noche tropical. El cielo oscuro. Sólo las luces de la casa alumbraban a través de las tormenteras el jardín. El agua de la piscina límpida como un cristal. De fondo se oían los coros de las ranitas coquí y, de vez en cuando, las hojas de las palmeras recordaban maracas tocadas suavemente por la brisa.
Mamá sentada en una hamaca, mirándonos, sonriendo. Papá y yo al borde de la piscina, encogemos las rodillas un pelín y nos miramos, a la de una, a la de dos y a la de tres. De cabeza, rompemos la noche. Con los ojos cerrados íbamos viajando, el mundo quedaba en eco mientras a nosotros dos el agua nos acariciaba y, de repente, la caricia se convertía en un empujón a la superficie. Aire. Vuelven los sonidos de la noche, la voz de mamá, los juegos de papá.
No había nada en qué pensar. Estábamos allí los tres juntos, con la felicidad.
Después de volver del colegio y quitarme el uniforme, habiendo terminado ya los deberes de matemáticas y habiéndome aprendido la lección de Ciencias para el día siguiente; luego de haber jugado en la calle con la vecina de enfrente; de subirme a la última rama del árbol de la rotonda a leer un rato; de montar en bici con mi amiga cuesta arriba y cuesta abajo… Siendo todavía tarde, habría anochecido ya cuando papá llegaba de trabajar.
Oía de pronto el ruido del motor y la puerta del garaje cerrándose. Entonces me escondía detrás de la esquina del salón, y papá siempre se dejaba sorprender aunque saliese a asustarle todas las tardes desde el mismo lugar. ¡Arrrr! Gritaba. Él soltaba un ¡Ué!? Yo me lanzaba a su traje y él me abrazaba, todavía sin soltar su maletín.
El jardín estaba caldeado de noche tropical. El cielo oscuro. Sólo las luces de la casa alumbraban a través de las tormenteras el jardín. El agua de la piscina límpida como un cristal. De fondo se oían los coros de las ranitas coquí y, de vez en cuando, las hojas de las palmeras recordaban maracas tocadas suavemente por la brisa.
Mamá sentada en una hamaca, mirándonos, sonriendo. Papá y yo al borde de la piscina, encogemos las rodillas un pelín y nos miramos, a la de una, a la de dos y a la de tres. De cabeza, rompemos la noche. Con los ojos cerrados íbamos viajando, el mundo quedaba en eco mientras a nosotros dos el agua nos acariciaba y, de repente, la caricia se convertía en un empujón a la superficie. Aire. Vuelven los sonidos de la noche, la voz de mamá, los juegos de papá.
No había nada en qué pensar. Estábamos allí los tres juntos, con la felicidad.
viernes, 6 de febrero de 2009
La cosa más tonta
lunes, 26 de enero de 2009
Curar nuestro mundo
Este año, como todos, cada uno hemos ido encontrando nuestro lugar en la rutina. Todos seguimos nuestra marcheta y es cierto que sin ti la vida no sería, tal vez, diferente, pero sí mejor.
Entre café y café, idas y vueltas, horarios, citas y trabajos, estudios, libros, cines, paseos, viajes e historias, sabemos que Mañana quedará, por encima del dolor y la pena, el Amor de tu mundo, del espacio que creaste para nosotros en tu corazón. El Amor fue tu mundo mejor, el que tú creaste, y vivimos en él. Curaste el mundo a tu alrededor, y lo hiciste mejor para todos nosotros.
Con mis simples palabras, alguna canción y varias tonterías quiero alegraros hoy, poco a poco curar el mundo que nos duele todavía.
Dar a play:
There's A Place In
Your Heart
And I Know That It Is Love
And This Place Could
Be Much
Brighter Than Tomorrow
And If You Really Try
You'll Find There's No Need
To Cry
In This Place You'll Feel
There's No Hurt Or Sorrow
Hay un sitio en tu corazón
y sé que es Amor.
Este sitio podría ser mucho más
brillante que el Mañana.
Y si lo intentas de verdad
verás que no hay por qué llorar,
allí sentirás que no hay dolor ni pena.
There Are Ways
To Get There
If You Care Enough
For The Living
Make A Little Space
Make A Better Place...
Hay maneras de llegar allí.
Si los vivos
te importan lo suficiente,
haz un pequeño espacio,
crea un lugar mejor.
Heal The World
Make It A Better Place
For You And For Me
And The Entire Human Race
There Are People Dying
If You Care Enough
For The Living
Make A Better Place
For You And For Me
Cura el mundo,
hazlo un lugar mejor
para ti y para mi,
y para toda la raza humana.
Hay gente muriendo;
Si los vivos
te importan lo suficiente,
crea un lugar mejor
para ti y para mi.
If You Want To Know Why
There's A Love That
Cannot Lie
Love Is Strong
It Only Cares For
Joyful Giving
If We Try
We Shall See
In This Bliss
We Cannot Feel
Fear Or Dread
We Stop Existing And
Start Living
Si quieres saber por qué
hay un Amor que no puede mentir,
El Amor es fuerte y sólo quiere
Repartir con alegría.
Si lo intentamos
Veremos que, en esta felicidad,
no sentiremos
miedo ni temeremos dejar de existir,
Y empezaremos a vivir.
Then It Feels That Always
Love's Enough For
Us Growing
So Make A Better World
Make A Better World...
Resulta que siempre
El Amor es suficiente
Para seguir creciendo,
Así que crea un mundo mejor,
Crea un mundo mejor.
Heal The World
Make It A Better Place
Cura el mundo,
hazlo un lugar mejor…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)