miércoles, 23 de junio de 2010

Tururú

¿Qué tendrán las conversaciones en los hospitales que parecen siempre derivar en temas supuestamente llenos de empatía, de más desgracias, enfermedades coincidentes y confidencias de dolores pasados?

Me ponen enferma.

Las puertas automáticas de cristal, los suelos brillantes e impecables, el olor a desinfectante, los corrillos de gente en la recepción, el trajín de las enfermeras, las sábanas blancas, las puertas entreabiertas de las habitaciones para dejar respirar la tensión: Recuerdos de aquellos días que parecen tan lejanos como terribles.

Y sin embargo, Papi, nuestra habitación parecía una salita alegre donde nos reuníamos a tu alrededor. El pasillo contenía nuestras caras de preocupación, o más bien de atontamiento, donde nos dábamos la mano unos a otros y apretábamos como para bombear energía a nuestras mentes. Porque el umbral de tu puerta, Papi, era mágico. Al cruzarlo y entrar en tu cuarto la expresión de nuestras caras cambiaba de pronto. Y esos días sólo viste sonrisas, y las conversaciones nos juntaban a nosotros, tropecientos, a reírnos, a contar, y a cantar. Tú, el más sano, nos hacías reír.

Sin importarnos qué pensarían los de ahí fuera, los de habitaciones vecinas, que probablemente estarían pasando los días más aburridos de sus vidas, una tarde le pediste a la Abuela que cantara. “Venga, Madre, canta algo”. “¿Y qué quieres que cante hijo mío?” Al final acabamos todos por la orilla, con la falda remangada luciendo la pantorrilla, imaginándonos unos a otros vendiendo sardinas de Santurce a Bilbao.

Luego yo me senté en el mango de tu silla, te pasé el brazo por encima de los hombros y dijiste “¿Y ahora qué cantamos, nena?” La pantera rosa.


Empezamos tarareando túuu, turú, turú, turuturú turuturúuuu- ¡¡turururuturú!!… rematamos juntos a carcajadas.

Tú, que le hiciste tururú a la enfermedad, tararea conmigo otra vez:

Dar play:


Divertido, acompañado, tranquilo, seguro de que estábamos y seguimos estando juntos y unidos.

Tú nos curaste de las heridas que nos esperaban. Tú, nos diste salud, porque alguien tan sano no puede morir enfermo.

Querido. Curado. Así, creo, te fuiste, Papá.

1 comentario:

Amparo dijo...

.....y dando las gracias por esta famillia que tenia...("AY NENA, QUE MAMILIA TENGO") !"LA QUE TU TE MERECES".creo que se sintió aforturnado...no nos puede quedar otro consuelo mejor